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Alentando a tomar riesgos

La teoría aceptada durante muchos años es que la inteligencia de una persona era establecida desde el nacimiento y si uno tenía suerte, nacía "inteligente".

Los avances en la neurociencia han atenuado este mito. Ahora se sabe que el cerebro funciona como un músculo, cuanto más se usa, más cambia y se fortalece; esto se conoce como plasticidad cerebral. Nuestros cerebros prosperan con los retos; los cerebros desarrollan nuevas células y hacen nuevas conexiones cuando aprendemos algo nuevo. La comunicación entre estas células cerebrales nos permite pensar y resolver problemas. Es a partir de este principio fundamental que se estableció la teoría de la mentalidad de crecimiento ("growth mindset) y la mentalidad fija.

Las personas con una mentalidad de crecimiento creen firmemente en su capacidad de aprender y saben que el esfuerzo conduce al éxito. Usan los desafíos como un medio para aprender y consideran a los errores como una parte esencial del proceso. Una mentalidad de crecimiento libera a las personas y las invita a tomar riesgos. Su resistencia frente a la dificultad las impulsa a avanzar, fortalecidas por el conocimiento de que, aunque una tarea puede significar un reto, NO es imposible.

Una mentalidad de crecimiento debería ser la filosofía subyacente de toda comunidad de aprendizaje. Genera una cultura  de aprendizaje apasionante en la clase y las alumnas expresan esto con frases como "No entiendo ... TODAVÍA".

Para citar a Robin Sharma, “Tu ‘YO PUEDO’ es mucho más importante que tu coeficiente de inteligencia."